"Es
el momento de recordar que el gobierno pleno por asambleas soberanas es
la única manifestación política de la democracia, sí, pero no se deben
simplificar las cosas reduciéndolo todo a la asamblea como
acontecimiento formal, pues para hacer de ella una entidad política
real se necesita mucho más, seres humanos dotados de unas cualidades,
en la forma de convicciones y de hábitos, que les permitan desenvolverse
en las asambleas y en la vida democrática toda, lo que no es nada fácil
ni puede resultar de la espontaneidad del sujeto.
Para ello, en primer lugar, es necesario un grado altísimo de sociabilidad y espíritu societario. En segundo, un acendrado amor por el bien público. En tercer lugar, un exquisito respeto y cariño por el otro y un notable autodominio de si. En cuarto, poseer el difícil hábito de indagar la verdad a través del debate y la controversia, esto es, por la mutua ayuda e ilustración intelectiva colectiva. Sin ello, un régimen de asambleas o no podrá mantenerse o se precipitara en el caos, lo que debe exponerse para tratar la enfermedad del simplismo mental, tan propia de nuestro tiempo, que ansía soluciones fáciles, indoloras, de una eficacia ilimitada y eternas, esto es, va tras lo que no existe y nunca podrá existir."
Para ello, en primer lugar, es necesario un grado altísimo de sociabilidad y espíritu societario. En segundo, un acendrado amor por el bien público. En tercer lugar, un exquisito respeto y cariño por el otro y un notable autodominio de si. En cuarto, poseer el difícil hábito de indagar la verdad a través del debate y la controversia, esto es, por la mutua ayuda e ilustración intelectiva colectiva. Sin ello, un régimen de asambleas o no podrá mantenerse o se precipitara en el caos, lo que debe exponerse para tratar la enfermedad del simplismo mental, tan propia de nuestro tiempo, que ansía soluciones fáciles, indoloras, de una eficacia ilimitada y eternas, esto es, va tras lo que no existe y nunca podrá existir."
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